Cuando pensamos en realizar una visita cultural, siempre nos vienen a la cabeza los lugares más turísticos de nuestra comunidad. En esta ocasión, desde nuestra asociación quisimos hacer algo diferente y elegimos una pequeña población a 64 km. de Fuenlabrada. Íbamos con la idea que, en un pueblo tan pequeño y poco mencionado, no habría gran cosa que ver. Llevábamos varias citas concertadas, que nuestra presidenta se había encargado de concretar con el ayuntamiento, y con esa escasa información llegamos a Villarejo de Salvanés.
La primera visita fue a la Fortaleza santiaguista, tuvimos la enorme fortuna que nuestra guía, Amparo, fuera una arqueóloga tan entusiasmada con su trabajo que nos explico minuciosamente cómo se había creado Villarejo, en qué condiciones se había edificado la Fortaleza y cuál había sido su recorrido histórico desde su construcción hasta nuestros días. Amparo, pacientemente, contestó a todas nuestras preguntas y dio su opinión a nuestras observaciones. Así, supimos que La Fortaleza de Villarejo fue construida, probablemente, sobre una torre de vigilancia árabe por la Orden Militar de Santiago, que sufrió diversas transformaciones a lo largo de los siglos, y porqué aquel edificio de planta cuadrada pasó a ser la torre del homenaje que vemos hoy, a la que tener las torrecillas en los lados en lugar de en las aristas la hace única en España. También supimos que acogió entre sus muros a Juan Martín Díez el
Empecinado, además de ser el lugar donde se ideó uno de los fracasados levantamientos del General Prim.
Después de contemplar un extenso paisaje desde el mirador de la fortaleza, continuamos nuestra visita hacia la Casa de la Tercia. Aquí, nuestra guía nos contó que esta casa fue propiedad y centro administrativo de la Encomienda Mayor de Castilla, siendo residencia de los freires de la Orden de Santiago. En este lugar se almacenaban y procesaban cereal, aceite y vino, un tercio de esta producción era para el comendador que habitaba en el Castillo cercano, de ahí el nombre que porta esta casa. Hoy en día alberga el museo etnográfico y una sala de exposiciones.
La visita al convento de Nuestra Señora de la Victoria de Lepanto puso punto final a nuestro recorrido turístico de la mañana. Aquí tuvimos la enorme suerte de que Carmen, camarera de la Virgen, nos abriera el camarín para poder contemplar la talla de cerca y el suntuoso manto que cubría a la virgen en ese momento, desde aquí queremos agradecerle su generosidad y el hecho de que, a pesar de tener un enorme resfriado, quisiera acompañarnos. Por otra parte, Amparo, nuestra guía, nos contó la historia, tanto arquitectónica como religiosa, de este lugar.
Por la tarde, nuestra visita tuvo un carácter muy diferente pues en Villarejo de Salvanés se encuentra el Museo del Cine, ubicado en el antiguo cine París de la localidad, su propietario, Carlos Jiménez, nos hizo un minucioso recorrido por el mundo del cine, desde sus comienzos con linternas mágicas hasta las grandes producciones del cine en 3D o 4D de hoy día. Allí pudimos ver proyectores de todas la épocas, tanto del cine mudo como del cine sonoro, carteles publicitarios, carteleras de cine e incluso una colección de trajes de acomodador. Es una extensa colección de elementos relacionados con el cine que su propietario ha conseguido reunir viajando por todo el mundo, comprando en subastas o con donaciones que personas, ligadas al séptimo arte, han querido donarle al ver la importancia de este museo. Sorprende enormemente que esta valiosa colección no esté ubicada en una gran ciudad o, al menos, patrocinada y promovida por alguna empresa relacionada con el sector.
Después de un recorrido por diferentes calles y plazas de la localidad y de comprar vino y dulces típicos de la zona, pusimos rumbo a Fuenlabrada con la sensación de que este otoñal sábado de octubre nos había regalado el descubrimiento de un lugar lleno de historia y que nos llevábamos la mochila llena de buenas experiencias y alegre camaradería.
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